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El mejor cancionero del mundo

 

(Más que un homenaje a Joaquín Sabina, esta letra es mi propia versión de La canción más hermosa del mundo, en extenso… cántese con la música de esa canción y valórese la diferencia)

* * *

Yo tenía una guía nocturna en la ruta del viento,
me dejaba llevar desde un bar hasta el último aliento
por impulsos y estímulos ebrios en pos del camino,
o escanciaba las noches de insomnio con música y vino.

Y pasaba de la soledad entre cuatro paredes
al abismo de la depresión sin cordones ni redes;
mi activismo dio frutos que muchos echaron por tierra:
campamentos civiles de paz en la zona de guerra.

Caminé hasta la boca del lobo en el norte de Chiapas
y bajé a la frontera del sur, corrigiendo los mapas,
guardias blancas, paramilitares, salté sus asaltos,
recorrí las cañadas a pie de la selva y Los Altos.

Tuve que atravesar la ciudad en la búsqueda intensa
de un refugio de roja humedad que valiera la ofensa,
y escalar la escarpada pendiente del monte Calvario,
pesadilla, castigo sin madre, torturas a diario.

Una década y más, atrapado en la gélida muerte,
y una vida lidiando con todo y con pésima suerte;
siempre supe que la primavera duraba un segundo
y hoy quisiera escribir el mejor cancionero del mundo,
hoy quisiera escribir el mejor…

* * *

Conocí a Monsiváis, al buen Gilly, a Rosario y su estampa,
a don Félix Cerdán, a Benita Galeana y al Campa,
regalía de charlas cercanas, lejanas y amenas
entrevistas, bebimos café, coincidieron las venas.

Con mi eterno retorno a Macondo en la saga de Gabo
y al Comala de Rulfo, me libro de ser un esclavo,
con Machado y Hernández, la trágica pluma de Lorca,
Patxi Andión escribió que su pueblo cantando se ahorca.

Del amor a la envidia y el odio, querido Bob Dylan,
la verdad es que no es para tanto el fervor que destilan
por Sabina sus fans, yo me quedo con Aute y aplaudo
que trasciendan al paso del tiempo más pródigo y raudo:

Fleetwood Mac y Pat Benatar, Báez y Chapman, celebro
que no vaya con Dios Madredeus, seguirá en mi cerebro
Freddie Mercury (Queen) con McCartney y Lennon (The Beatles),
Aznavour, Silvio y toda la trova cubana, big littles.

Hoy quisiera escribir de una vez
la belleza de un verso final, musical y profundo,
la tristeza que me haga llorar junto algún vagabundo,
la emoción puesta en una canción, pide al tiempo que vuelva
el vaivén de las olas del mar, el rumor de la selva…
hoy quisiera escribir el mejor cancionero del mundo.

* * *

Yo tenía una gran obsesión con los simios de Boulle,
aunque hablaran inglés o francés en un mundo calpul,
y tenía una gran colección de historietas y cromos
que vendieron por kilo en su casa los duendes y gnomos.

Yo quería ser historietista y narrar con dibujos
las hazañas de Trotsky, una historia de brujas y brujos,
con vampiros de toda ralea, una fábula oscura,
que las horas trocaran por arte mi sana ruptura.

Tengo ahora sumando a granel chocolates amargos,
no soporto el fanático extremo ni extremos letargos,
ya no fumo ni bebo y no asisto a las fiestas del pueblo,
me repliego y habita mi cuerpo el vacío que amueblo.

Tengo en cajas mis libros y discos de negro acetato,
mi arsenal, gabinete de réplicas, otro arrebato,
mis diplomas, llegué a cinta púrpura en blanca desidia
de adherir el dragón al karate-gi, cómo fastidia.

En cajones acopio millares de copias piratas
de películas y otras legales a cambio de ratas,
visioné dos al día por años que ahora confundo,
y quisiera escribir el mejor cancionero del mundo,
hoy quisiera escribir el mejor…

* * *

Tuve a Marx, a Serrat, a Bruce Lee en una mente obsesiva,
Charlton Heston por Ben-Hur y el mundo primate de arriba,
la película Julia, de Zinnemann, Redgrave y Fonda,
Pentimento, de Hellman, su fuente no menos redonda.

La mejor actuación de Jane Fonda no es Lillian en Julia,
sino Gloria ilusoria en el baile de ruina y abulia,
ser maestra de improvisación tan genial que resuelve
ser la diosa del cine y la vida jovial y rebelde.

Tuve y tengo afición a Polanski, Fellini, Yimou,
Kurosawa, Coppola, Blade Runner y Mulholland Drive,
Luis Buñuel, Alejandro Galindo y Emilio Fernández,
Gavaldón que llamaban «El Ogro», sus obras más grandes.

A Tin Tan, los hermanos Soler del que nunca fue joven,
«el amigo» Armendáriz, Infante, que no te lo roben,
el «misántropo» Córdova, Stella de la Soledad,
su rebozo, familia de tantas, la pura verdad…

No he podido escribir de una vez
un vergel de lenguaje florido en terreno fecundo,
ni la declaración de una guerra con odio rotundo,
melodramas que mojen de lágrimas viejas butacas,
la provincia de México en épocas de vacas flacas…
no he podido escribir el mejor cancionero del mundo.

FIN

 



Primicia

 

Convocado por HarperCollins Publishers, Simon & Schuster, Penguin Random House y Harvard University Press, en asociación a posteriori con catorce productoras “globales” de cine independiente y alternativo, el Primer Concurso Internacional de Relatos para Cine y Televisión tuvo como resultado la selección de ocho cuentos que, una vez publicados en formato libresco, serán puestos en escena por indiscutibles maestros del cine que suele ser también “de culto” y las productoras asociadas.

Estas productoras son: Ikiru Films, Ménage Atroz, Mod Producciones, Constantin Film, Medusa Film, El Toro Pictures, Lightbox Entertainment, Telefónica Producciones, Telecinco Cinema, K&S Films, Cepa Audiovisual, Vaca Films, La Ferme! Productions y Formato Producciones (TV-Movies).

Basada en el libro homónimo y todavía inédito, Las llamas del insomnio (Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, España, 2022) estará compuesta, como serie televisiva, por ocho segmentos de una hora cada uno.

Según las bases del concurso en su calidad de contrato, los autores de los cuentos seleccionados colaborarán o fungirán como consultores en la elaboración de los respectivos guiones.

En esta primera edición del certamen participaron 27 mil 906 escritores con 39 mil 203 obras (una o dos por autor) provenientes de 119 países. Y el libro será publicado en las nueve lenguas permitidas para la presentación de los textos: inglés, alemán, español, francés, italiano, portugués, árabe, ruso y mandarín. Pero dada la relativa homogeneidad y la unidad conseguida en la selección de los relatos, es probable que la serie de televisión esté hablada en un solo idioma o, en su defecto, dos, que previsiblemente serían el inglés y el español.

Por razones que daré a conocer después, llegó a mis manos una copia del “borrador” en español con breves notas en inglés, lo cual me permite hacer la siguiente reseña con mis propias sinopsis y algunos datos de pre-producción. Espero que la disfruteis tanto como yo disfruté leyendo y escribiendo…

* * *

Si el orden de la serie corresponde al de los textos en el libro, como está previsto, el primer capítulo será Posdata: dale de comer al gato, cuento epistolar de Mabel Homara (Charlas con Milan Kundera y Había muerte en su mirada), que narra en principio un romance imposible entre dos mujeres, una de las cuales investiga el robo de una pintura con las pistas falsas que tratan de inculpar a quien será su amante, una joven autodestructiva, más adelante asesinada por el enamorado y despechado jefe de la detective. Unas pistas del crimen hacen parecer ahora que se trata de un suicidio, pero otras inculpan a la protagonista, quien deberá continuar sus investigaciones a escondidas y hacer justicia, cerrando el círculo de la venganza.

La detective de origen chino Wona Zhiang está inspirada en la actriz Gong Li (Sorgo rojo, Qiu Ju…), musa y esposa del director Zhang Yimou, tal como Ann Rice se inspiró en el actor Rutger Hauer y su papel de replicante (Blade Runner) para crear al vampiro Lestat de Lioncourt (Crónicas vampíricas), finalmente interpretado por Tom Cruise en la mejor actuación de su carrera: Entrevista con el vampiro (Estados Unidos, 1994), de Neil Jordan. Por lo que hacen las edades, la detective Zhiang será interpretada en la pantalla por Liu Yifei (Mulan), según trascendió.

La narración de los personajes en primera persona tiene un tono de literatura negra que remite a su espíritu primigenio sin diálogos, sino con intercambios epistolares, pasajes de sus diarios personales y una que otra nota periodística, recursos narrativos propios también de la novela Drácula, de Bram Stoker.

Ambientado en Chicago durante los años cincuenta, el relato que encabeza la selección es una obra maestra; su lectura nos hace imaginar una puesta en escena con voces en off, y ésta deberá ser bastante fiel a la fuente literaria para alcanzar su altura, lo cual se prevé más que difícil.

Para dirigir este segmento, el surcoreano Park Chan-wook (Trilogía de la venganza) compite con el hongkonés Wong Kar-wai (Días salvajes, Deseando amar y 2046, trilogía sin nombre), y lo que tienen en común sus trilogías con el capítulo en ciernes explica la coincidencia oriental.

* * *

Con un título extenso y prometedor, que provee de coherencia y hasta de continuidad al orden de los textos, el segundo es, sin embargo, menos elegante y más bien perturbador. La sórdida historia del ratón que acabó de una vez con todas las vidas del gato, para empezar, rompe un tabú temático tanto en la ficción como en el relato testimonial: los hombres víctimas de violación.

Un joven homosexual es secuestrado y ultrajado por varios hombres encapuchados que graban la agresión en video. Tiempo después, el joven se reencuentra con uno de sus agresores en el cuarto oscuro de un antro gay; lo reconoce por la voz y la repetición de una frase que había escuchado al ser violado. Víctima y victimario entablan una relación patológica, perversa y peligrosa, que alcanza el clímax de la fatalidad cuando el joven, una vez planificada la venganza con fríos cálculos, acude a la cita con el violador en casa de éste y es detenido por la policía como único sospechoso de su asesinato. Además de indicios de pelea y el cadáver con la garganta cortada, la policía encuentra, entre abundante material pornográfico, el video de la violación, y opta por creer que las escenas son actuadas…

Por iniciativa del abogado defensor, un periodista en retiro y escritor en activo entrevista en la cárcel al protagonista, y de ahí la narración en primera persona, que rompe un segundo tabú: el narrativo…

El escritor colombiano Julio Dinoco (La soledad en el paraíso y La hora de los tiburones) tiene presencia en su propio cuento como periodista y explorador que fue del llamado underground urbano, una parte del cual es netamente homosexual. Muchos años después de conocer en persona este mundo que se oculta en la oscuridad, además de reunir múltiples y vívidos testimonios al respecto, el autor leyó un artículo periodístico sobre las violaciones sexuales que algunos hombres sufren y también prefieren ocultar. Algo que tocaba fibras sensibles inspiraría una segunda incursión, ahora literaria, en las sombras del pasado.

El escritor ha sido el primero en avalar la elección de Milos para encarnar a su personaje. Para dirigir el segmento no está propuesto nadie todavía.

* * *

No menos violento y visceral, el tercer relato narra en espiral el secuestro de un empresario mexicano desde tres puntos de vista, lo que permite apreciar los hechos y todos sus ángulos como si fueran un objeto con relieve. En primer lugar, la esposa recibe indicaciones de los secuestradores junto con partes de la víctima y debe lidiar con el resto de la familia y su miseria ética y moral. En segundo lugar, la víctima lo es por partida doble, tanto de sus victimarios como del egoísmo familiar. En tercer lugar, los secuestradores alternan sus motivos con una gélida crueldad que devuelve por partes a la víctima: primero un dedo, luego otro, después una oreja, más adelante una mano sin los dedos que ya devolvieron… Un video digital muestra la castración del empresario y el momento en que unos perros son alimentados con los órganos genitales para que la familia no pueda ponerlos de nuevo en su lugar. “Porque se ha portado mal, y Dios perdona todo, pero nosotros no”.

Implacable retrato de la esencia vil por naturaleza en ciertos tipos de gente. Aquí nadie puede presumir de inocencia, ni siquiera la víctima, y el sardónico tono de humor negro arrasa con todo, empezando por las sutilezas desde la cruda brutalidad del título: ¡Paguen!

Autor del cuento, el escritor gringo de nombre japonés Akira Fukinawa, conocido hasta hoy por su profunda y temeraria incursión en el mundo de la Mara Salvatrucha, ganador del Premio Pulitzer por una investigación novelada y de título muy simple (La Mara), se obsesionó después con la violencia que padece México en la actualizad, desde la narcocultura hasta la narcopolítica, o sea, la sesión del poder político al crimen organizado y su representación por el poder formal. De ahí la nítida claridad de su relato, que se permite inclusive una descarga de ironía y cinismo.

Para dirigir este segmento, los productores barajan, entre otras, la posibilidad de que lo haga el mexicano Alejandro González Iñárritu. Como protagonista prevén que sea el hispano-mexicano Daniel Giménez-Cacho.

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In crescendo, es decir, en gradual aumento de la intensidad, el cuarto capítulo hace una variación en el orden cronológico de la narración, ahora en reversa, como Irreversible, la película francesa del guionista y director italiano Gaspar Noé. Del infierno al purgatorio, cuyo título es una doble alusión para lectores inteligentes, comienza también con el final de la historia, que es el suicidio de un hombre que acaba de cometer una serie brutal de asesinatos en unas cuantas horas.

Yendo hacia atrás en el tiempo nos enteramos de los motivos y las motivaciones, los impulsos y estímulos, la concurrencia de circunstancias y factores que orillan al personaje inexorablemente a la locura. Rumbo al principio de la historia, conocemos a los principales causantes de todo: unos padres que, al amparo de la buena voluntad, la buena intención y la estupidez absoluta, causan el mayor daño posible a su hijo, culpándolo de todo, hasta de la perversidad materna y paterna.

Del suicidio pasamos a la minuciosa descripción de una escena, la del crimen anterior, que ha sido la masacre a machetazos de una familia compuesta por dos ancianos y su hija con parálisis cerebral, vecinos del victimario en un pueblucho infrahumano, y luego la escena del crimen previo, que es la masacre de otra familia, la del defraudador que vendió al victimario una casa estructuralmente defectuosa y no cumplió con la garantía ni con nada, pero contó siempre con la complicidad de la madre del afectado.

De allí pasamos al incendio de la casa de una anciana que es salvada por el hijo para echar ácido en su cara, dejándola ciega y desfigurada, y luego al fracaso en el asesinato de un anciano a quien defiende su iracunda esposa, pasaje mediado por una confusa transición, para llegar finalmente al principio de la historia, que no de la narración: la concepción del victimario por una pareja de alegres fumadores que se erigen en ejemplo máximo de bondad, honestidad y sabiduría.

(Por la inversión cronológica no hay spoilers, y si acaso los hay, no importan).

La creación del relato es de la única persona con seudónimo entre los autores de los textos seleccionados: Beso de Ginebra es la firma en este caso, de modo que no es posible saber con certeza de quién se trata, salvo dos probables nacionalidades, argentina o chilena, según el matasellos y otras pistas. Desde luego, a diferencia de los productores, los editores conocen la identidad, pero mantienen la secrecía.

Para escribir el guión del segmento y dirigirlo se baraja la posibilidad de que lo haga el mismo Gaspar Noé, aunque también se propone al consumado maestro canadiense David Cronenberg. Ambos se caracterizan por una enfermiza magistralidad en la descripción gráfica, nítida y detallada, inclusive gore, de la violencia. Ambos coinciden también en considerar como actor ideal para el papel protagónico a Joaquin Phoenix, aunque no se descarta que sea Javier Bardem o Luis Tosar.

* * *

En el quinto capítulo, el género de Cinema Infierno, cuyo título guiña con el clásico de Giuseppe Tornatore desde el otro extremo, parece horror sobrenatural, pero más bien describe un delirium tremens con tanta crueldad como creatividad. El autor es Luiz Rocamadour (Premio Hans Christian Andersen por su novela corta o cuento largo Nunca sueñes con ovejas descarriadas, un clásico instantáneo de la literatura infantil) y su protagonista es uno de los fantasmas que pueblan las ciudades hoy en día: las grandes salas de cine. En segunda instancia, un indigente prematuramente avejentado que frecuentó un cinema y fue vetado para volver a entrar, pasa por allí todas las noches, años después de que la sala múltiple cerró sus puertas para siempre, cuando él ha caído en la miseria material, y el alcoholismo destruye su salud física y mental, acercándolo cada vez más a la locura.

Dormido como siempre a la intemperie sueña que lo hace dentro aquel edificio y despierta en su interior, confundiendo recuerdos con alucinaciones. Primero se suceden escenas más o menos borrosas pero todavía coherentes de películas en su memoria; después se mezclan unas películas con otras sin perder lógica; más adelante, las escenas pierden coherencia y relación con las películas. Al final, todo es una pesadilla sin forma, y el pobre diablo busca desesperadamente una salida, pero no encuentra más que desolación: en el recinto no hay luz eléctrica ni agua ni muebles más allá del patio de butacas; allí no hay más que aglomeraciones de imágenes espectrales y cucarachas. Para colmo, al dipsómano se le acaba el licor y padece la noche más larga de una parálisis del tiempo atrapado en su propio delirio, al parecer como castigo por culpas olvidadas.

La conclusión pasa del horror sicológico a la tristeza más desoladora, que retrata la máxima soledad posible, la del apestado que deja de serlo al resultar ahora imperceptible para los demás por más que grite implorando auxilio. Nadie te ve ni te oye, ni siquiera se entera de tu existencia, si eres nadie.

Para escribir el guión y dirigir este segmento hay tantas posibilidades como herederos de Polanski, Lynch y el ya mencionado Cronenberg, por su obra maestra del horror sicológico, Spider (Canadá, 2002), pero el favorito es Brad Anderson por su hazaña de crear El maquinista (España, 2004) al margen de Hollywood, aunque después nos decepcionara con su pretendida adaptación de un relato de Edgar Allan Poe: Stonehearst Asylum (Estados Unidos, 2014).

Si la interpretación del protagonista es desempeñada con apego a su descripción literaria, el actor deberá ser alto, delgado, blanco y lampiño para teñir su piel del color de un camarón y su cabello cano.

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Con el sexto capítulo comienza el decrescendo y nos brinda un respiro luego de la violencia y la demencia que parecen competir por el más alto nivel de intensidad. Y comieron perdices, se titula este relato, que describe la relación perfecta de una pareja perfecta en un mundo perfecto, sin problemas ni dificultades ni defectos, hasta el día en que ella, una mujer de arrolladora belleza que encarna la juventud y la salud del primer mundo, seduce, aparentemente por nada o porque sí, al fontanero que ha contratado y que a su vez encarna la pequeñez en todos los sentidos, el pobrediablismo propio del tercero y el cuarto mundos.

La infidelidad del matrimonio es inconscientemente recíproca y después mutuamente aceptada como pacata minuta en aras de las apariencias y la conveniencia de un par de cobardes que jamás hicieron ni el más mínimo esfuerzo por nada, para tenerlo todo, salvo acaso dignidad.

Mientras la esposa complementa su normalidad “tan perfecta que aburre”, el marido asume un papel femenino en sus travesuras homosexuales.

La sicología y el erotismo como ingredientes no restan al relato su carácter de drama puro, que no puro drama, pues parece tener la intención de contagiar un pesimismo según el cual no existe nada idílico ni perfecto en las relaciones humanas y, por el contrario, cuanto más lo aparentan, más hipócritas y engañosas son. Debajo del “barniz de la civilización” puede haber algo literalmente putrefacto, que emerge en el momento más inesperado y del modo más grotesco, dejando en evidencia la fragilidad del teatro.

La autora es Alicia Ferré la Ploma, escritora y promotora cultural, catalana, conocida y laureada por su libro de cuentos Cartas a la noche y noches a la carta.

No se contemplan nombres en este caso para los realizadores: director, guionista y actores, salvo que ella deberá caracterizar la voluptuosidad de Anita Ekberg. Para representar al fontanero, alguien con la personalidad de Peter Lorre en la actualidad será menos difícil de conseguir. Una posibilidad es el mexicano Silverio Palacios. Para interpretar al marido, cualquier actor de físico más huero que rubio bastará.

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Con el séptimo capítulo, del drama cuasi existencial pasamos a la comedia sexual: Mira lo que te pierdes, es el título (demasiado coloquial, para mi gusto). Una pareja muy joven y muy sana en todos los aspectos exhibe su desnudez en el patio de su casa y es vista desde azoteas y plantas altas a través de las ventanas por unos vecinos católicos de edades avanzadas. Los jóvenes advierten que las preferencias sexuales de sus vecinos están invertidas y en el clóset: a él le gustan los hombres, a ella las mujeres. El juego por simple diversión y la desafiante falta de respeto a la hipocresía gazmoña trasciende al involucrar a más vecinos, la mayoría invitados a reuniones para rezar, y termina en escándalo histérico de todo el vecindario. La policía deja en evidencia su propia inutilidad, y los protagonistas deben presentarse en un juzgado de conciliación, que decide su expulsión de la localidad.

El relato se torna judicial por un instante y acaba inopinadamente con un giro sorprendente que se burla de la decencia, las buenas costumbres, la moral tradicional, que suele ser doble moral… hasta que la implacable sorna rubrica una moraleja que se toma las cosas a la ligera con sapiente y cínico sentido del humor, lo cual deja una reflexión paradójicamente pesimista por el invariable triunfo del atraso educativo en las provincias del Tercer Mundo.

El autor, Fábio Lasso da Silva, francés de origen brasileño y joven talento con proyección literaria que seduce por su frescura y su estilo de ruptura radical, es públicamente desconocido hasta hoy.

Tampoco en el caso de este relato se barajan nombres para ponerlo en escena y llevarlo a la pantalla, pero es obvio que por lo menos el director deberá ser heredero de la clasiquísima comedia a la italiana.

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Con el octavo capítulo, Mejor vuelvo a nacer, escrito por el portugués radicado en España, Eblen Graniel Ronaldi (Madre sal: una colección de muertes absurdas), la serie cambiará de tono, ahora en clave de comedia negra.

Un adolescente que fracasa en todo escribe los motivos del suicidio que ha decidido cometer, pero antes del paso final, que deja para después de su última noche y de finiquitar pendientes al despertar, su carta de despedida cae en manos de un hermano menor que la presenta como propia en clase de literatura. Asombrado, el profesor lee dicho texto en voz alta como ejemplo a seguir por sus alumnos para que asuman la tarea de escribir, cada uno, su propia carta de despedida, exponiendo los motivos del suicidio que no cometerán. De inmediato, la tarea escolar alcanza dimensiones de concurso, y así comienza un conflicto de múltiples y divertidos equívocos que desembocan en la muerte accidental del verdadero autor de la carta, el frustrado suicida que, al proyectarse como escritor, se arrepiente de su tentativa… No es spoiler, pues el final concluye con un cuento dentro del cual transcurre otro cuento, en el cual ocurre el primer final.

En este caso, cuyo ingenio raya con la genialidad, tampoco se barajan nombres para la puesta en escena.

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Si algo tienen en común los relatos seleccionados es su calidad literaria y su originalidad, salvo acaso dos (Y comieron perdices y Mira lo que te pierdes), que no son demasiado tópicos, pero tampoco asombrosamente originales. Con esos dos relatos, la selección decae ligeramente, pero cierra con el ingenio desbordante del último cuento, que deja un excelente sabor de boca.

Algo que también tienen en común los relatos seleccionados es su realismo y su actualidad, lo que facilitará la puesta en escena. Posdata: dale de comer al gato y Cinema Infierno, son excepciones en este sentido, el primero por su ambientación de época, y el segundo por las alucinaciones cinematográficas, que equivalen al horror sobrenatural en términos escénicos o visuales, lo que requerirá obviamente de efectos digitales. En esos dos casos, la puesta en escena será más difícil y costosa, pero valdrá la pena.

Se dice que ningún relato participante con géneros fantásticos, como el horror sobrenatural, la ciencia ficción o el surrealismo, estuvo a la altura de los seleccionados en calidad, sea literaria en general o narrativa en particular, ni en originalidad, lo que permitió al jurado una selección con relativa homogeneidad y unidad aproximada, por los temas y elementos en común: primero los gatos como presencia recurrente en las noches de insomnio y como el oponente de mayor ventaja en el juego adulto del gato y el ratón, que invierte los papeles por sorpresa cuando se trata de venganzas; la narración en primera persona; la homosexualidad como algo abierto y seductor cuando se trata de lesbianas, o más bien oculto y oscuro, inclusive sórdido, cuando la protagonizan hombres, al menos en estos casos; el secuestro, el suicidio y la violencia, que puede llegar a ser extrema y emparentarse con la demencia, que a su vez acompaña a la indigencia y la soledad (además de rimar), situaciones en las cuales suele haber una evasión o salida falsa, que termina por empeorarlo todo: el alcoholismo.

Los relatos seleccionados con pasajes eróticos o erotismo como ingrediente del drama y de la comedia tienen en común aquí una exhibición de la hipocresía y la doble moral…

Literatura negra, thriller, drama puro y duro, horror sicológico, humor negro, comedia negra, comedia sexual, variación de recursos narrativos y en el orden cronológico de la narración… todo en un mismo libro que transmite una gran dosis de pesimismo y hasta de misantropía… ¿el más propicio de los ánimos para la reflexión y el que suele resultar de ella? El público lo dirá cuando el libro y la serie de televisión vean la luz en 2022, el primero a principios, la segunda quizás hacia finales de año.